SUBASTAS - por Enrique Orozco

El pasado 24 de noviembre nos dimos cita en Sevilla algunos socios de AETA para, entre otras cosas, asistir a la subasta de la firma Arte, Información y Gestión, S. A. En el Centro Cultural Cajasol, bellísimo local que fuera en otros tiempos el Teatro Álvarez Quintero se llevó a cabo con buena asistencia de público. Previo al inicio de la subasta pudimos contemplar la exposición de las piezas y ojear el catálogo magníficamente editado.
Un total de 742 lotes, de los que 272 correspondían a joyas. Hay que destacar y felicitar a nuestra compañera Corpus, jefa de la subasta por su profesionalidad y buen hacer. No es nada fácil mantener el tipo durante más de cuatro horas de intenso trabajo y además reponerse a una afonía en dos minutos y seguir en la brecha.
Otra cosa fue el resultado en cuanto a negocio se refiere. En la página web www.arteinfo.es se pueden descargar el catálogo y lo más interesante, el listado con los remates de lo adjudicado. Y juzguen ustedes mismos.
Visto lo visto mi reflexión es la siguiente: es cierto que estamos pasando por una crisis muy malita, pero hay algo más que influye en la falta de pujas, los precios de salida. Cuando las cosas salen baratas hay movimiento, pero si el propietario, que en definitiva tiene la última palabra sobre el precio que acuerda con la sala tensa la cuerda puede acabar por romperla.
Les pongo un ejemplo. Sortija tipo solitario con brillante talla antigua. Un tasador de joyas lo valora en 10.000 euros. El propietario se lleva las manos a la cabeza porque es una herencia y se pensaba que iba a pagar la hipoteca del chalecito adosado con la venta de la joyita del abuelo. Cuando se cae del guindo decide sacarle lo que pueda y lo lleva a subasta. Quiere al menos conseguir los 10.000 limpios de polvo y paja por lo que incrementa el precio a 12.000 para cubrirse los gastos y la comisión de la sala. Sale en 12.000. Hay alguien entre el público interesado, pero hace sus cuentas: si nadie entra a pujar serían 12.000 más el quince por ciento de comisión de la sala, más el IVA. Por una cosa que realmente vale 10.000 no va a pagar cerca de 15.000. Y se queda desierto.
Y la culpa no es del tasador sino del cliente que sigue sin admitir que un brillante talla antigua, con color y un culet que se ve a dos metros de distancia no es nada fácil de colocar. Y con la que está cayendo…
Por supuesto que puedo estar equivocado y admitiría cualquier crítica.